Aldo Muñoz Castro
Las madres luchonas

Tengo presente como inicio todo. Fueron días previos o posteriores al día del padre de hace aproximadamente dos años, navegando en facebook me topé con un meme que hacía alusión a la festividad. La publicación era una fotografía de una mujer hablando con micrófono en mano en lo que, aparentemente, era una escuela. La imagen tenía escrita con letras blancas en la parte superior “Feliz día del padre” y en la parte inferior, parafraseando, se leía “Quiero felicitar primeramente a todas las madres que son padre y madre a la vez”. El meme daba entender que la mujer hablando por micrófono era una maestra que emitía sus palabras en la festividad del día del padre. A partir de esto se desató el denominado “tren del mame”, muy honestamente, desde que surgió el chiste me divirtió mucho y de ahí no deje de seguirlo.
La paternidad ha perdido fuerza y se ha alejado de lo que simbólicamente representaba.
Para mí, la imagen era una manifestación, propiamente, una queja social que surgió desde los hombres; derivada del sentir que, desde hace tiempo, se invadía un espacio que les es propio “la paternidad” y, por consecuencia, el día del padre. En el transcurso del tiempo reciente, la paternidad “deficiente”, “carente” o “ausente”, ha sido uno de los síntomas de la crisis que se viene desarrollando desde hace décadas dentro de la masculinidad. Eso me recuerda a un excelente texto de Mario Morales: “La familia y la declinación simbólica. La Declinación del padre”. En pocas palabras, desde hace años la paternidad ha perdido fuerza y se ha alejado de lo que simbólicamente representaba. Se expresa en los conflictos que han aparecido dentro de los pilares donde se edificaba la sociedad: Dios padre y el padre (sacerdote), gobierno padre y por supuesto, la figura del padre en la familia.

Los memes no se detuvieron, aparecieron más continuando con el chiste. Se comenzó a usar una imagen del actor Robert Downey Jr. como base de estos. La intención humorística se centraba en exagerar el discurso de la madre que, ante la ausencia del progenitor, es tan madre por sacar adelante a su hijo (os) que es padre y madre a la vez. Se hacía burla aprovechando todo día festivo, por ejemplo: “Feliz día de la independencia y en especial felicidades a todas esas madres luchonas que son padre, madre y día de la independencia a la vez”. En estos memes, como el ejemplo del que acabo de hacer uso, empezó a hacer presencia un elemento muy importante a resaltar: las madres luchonas.
Los chistes sobre las madres luchonas expresaban que algo ya no era validado para la sociedad al respecto de esta forma de ver la maternidad y de ver a las mujeres.
“Feliz Navidad y felicidades a todas esas madres luchonas que son padre, madre, serie navideña, nacimiento y árbol a la vez”. El fenómeno se hizo imparable. Se llegó a que todo hecho con cierta relevancia era pretexto para hacer más memes al respecto. Con el andar de los meses, el chiste se fue transformando y centró su atención, y burlas, en las madres luchonas. Esto era lo que me causaba gracia e interés. La sociedad se autoregula. Los chistes sobre las madres luchonas expresaban que algo ya no era validado para la sociedad al respecto de esta forma de ver la maternidad y de ver a las mujeres.
Entiendo que fui insensible con mis acciones y por ello les ofrezco una disculpa sincera.
En algún momento, una persona muy querida para mí me externo su molestia e inconformidad por esas imágenes y porque yo las compartía. Obviamente ella es una mamá soltera que a través de los años he visto, y he vivido, el camino que ha recorrido, plagado de mucho esfuerzo, para salir adelante junto a su pequeño. Desde ese momento técnicamente deje de publicar, esporádicamente lo he hecho, bromas al respecto porque me di cuenta que estaba hiriendo personas sin la intención de hacerlo. Sin embargo, había algo que ella, y muchas mujeres, no han entendido al respecto de esta broma y que es la razón del porque desde el inicio fui a fin a la misma. Por tal motivo, desde hace largo tiempo tengo pendiente este artículo en el que externare dos cosas. La primera, es disculparme de todo corazón con todas aquellas madres solteras que lastime. Entiendo que fui insensible con mis acciones y por ello les ofrezco una disculpa sincera. En mi defensa diré que, para mí, una madre soltera no tiene nada que ver con la idea de la madre luchona. Esa es la segunda cosa que hare, explicar el por qué.
Hablar de madres luchonas es hacer referencia a una imagen santificada de las mujeres. Como a través de la historia se les ha sobajado y maltratado, una forma de “reparar” o evitar que se evidenciara esto, si es que era (o es) posible hacerlo, fue destacando acciones, conductas y roles que ejercen las mujeres en la sociedad con la intención de “equilibrar”, dar una “igualdad”, otorgarles “su lugar”. La princesa, la dama, la madre abnegada, la ama de casa, la mujer fuerte, la madre luchona, son ejemplificaciones de lo que hablo. Todas son figuras sobrevaloradas a las que se les otorga un valor especial e implican un lugar privilegiado. En el fondo, a quienes se les coloca ahí siguen siendo mujeres sometidas al machismo y cargadas de altas e irreales expectativas sociales a cumplir. Por su parte, los hombres, machos y caballeros (otra cara del machismo), buscan acceder a este tipo de mujeres porque son las deseas, las que convienen, las especiales, y como ellos son especiales, las merecen.
Estos estilos idealizados de ver a las mujeres surgen desde el machismo mismo, es decir, son más de lo mismo.
¿Es malo esto? No lo es. Sin embargo, necesitamos evitar caer en esa óptica, lo bueno y lo malo, valiosa, pero reduccionista, de ver la vida. Sucede a menudo, las cosas que criticamos y atacamos, no entendemos que son kilómetros de asfalto que ayudan pavimentar la carretera que nos conduce al cambio, por tanto, tienen un valor. Esta manera de resaltar a las mujeres forma parte del camino para que se le comience a dar su espacio real y para construirlo de verdad. Aunque, ya se hace necesario evidenciar su trasfondo para que se pueda avanzar a lo siguiente, en el aún, largo sendero de la equidad. No tengo duda de lo que externo, estos estilos idealizados de ver a las mujeres surgen desde el machismo mismo, es decir, son más de lo mismo. Ya cumplieron su limitada función, es necesario comenzar a abandonarlos, de parte de hombres y mujeres, para comenzar a trabajar en el siguiente nivel.
La imagen de la madre es un concepto que tiene una carga religiosa profunda derivada de la idea de “la virgen”, la madre de Dios. Una mujer que al ser madre, dejó de ser mujer, para convertirse, a los ojos del mundo, en algo más importante, algo santo, algo sagrado. Por consecuencia, la maternidad se cargó de santidad. Carga que aumenta debido a que las mujeres son las portadoras de la vida y eso hay que cuidarlo porque también es sagrado.

Las mujeres, al ser madres, se les empieza a adorar, se les otorga una posición privilegiada, como ya lo explique, pero que les impide ser libres para vivir su vida; es como decimos en México “darles atole con el dedo”. Les invito a reflexionarlo, las imágenes religiosas no hablan, no se mueven, no tienen derechos, no opinan. Además, no pueden hacer nada más que estar resguardadas (como una posesión) en el lugar donde se les coloca, seguras, pero inmóviles, para ser adoradas y veneradas. Es una posición absolutamente narcisista.
Aldo Muñoz
Psicoterapeuta