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  • Foto del escritorAldo Muñoz Castro

Domingo 1ro. de julio de 2018.

Actualizado: 19 jul 2018

-Originalmente este texto lo pretendía publicar antes del paso de las elecciones, sin embargo, preferí no hacerlo para evitar ser visto como tendencioso por lo que voy a escribir. Decidí, en un ambiente de certeza electoral, manifestar mis ideas. Algunas cosas del mismo texto las modifique para hablar con base en los resultados electorales que en ese momento, cerca de la medianoche del primero de julio, cuando inicie a escribir este texto, conocíamos; y que ahora, en el presente, se confirmaron.-



Procuro tener apertura a todas las opiniones. Frecuentemente me es difícil estar de acuerdo con las ideas de otros hasta el punto de serme difícil escuchar y establecer el dialogo. Ante todo mi humanidad está intacta. Ser un psicólogo y un psicoterapeuta no significa que carezca de juicios, que no sea pasional y sea, a veces, intolerante. A fin de cuentas, tengo una óptica de vida formada por mi educación, cultura, historia y experiencias. Defiendo esta óptica porque es la apuesta que conduce el camino de mi existencia. Como lo he aprendido, tener una postura en la vida es necesario porque nos permite aterrizar convicciones para tomar acciones. Sin embargo, la vida no está escrita en piedra, por lo cual, siempre busco revolucionar mi pensamiento y evolucionar con él.


Poco hablare de política porque no es mi especialidad pero, como ciudadano, tengo una opinión. Además, todo fenómeno del mundo con alguna conexión psicológica que considere valioso tratar y tenga la inspiración para hacerlo, lo abordaré. Una vez más, recuerden que esta es una manifestación personal y una forma de ver la realidad, hay más formas de percibirla y ninguna creo que impere sobre otra. Los resultados son los que hablarán. Lo ideal sería dar pauta a que todas las opiniones existan, siempre y cuando esté presente el respeto, no haya transgresiones y cuidando siempre el derecho de la vida humana.


Yo no creo en el sistema político actual, pienso que vivimos en una “partidocracia”. Una simulación de democracia dominada por grupos cerrados que solo ven sus intereses. Hacen uso de personas que los representan y conectan con la población con el fin de obtener votos ya que es el medio por el cual se perpetúan de forma “legal” en lo que llamamos “el poder”. Un lugar privilegiado al que los individuos acceden y en el que buscan ubicarse en lo más alto de su estructura. El resto de la gente somos el medio, no su fin.


El sistema político, para mí, está absolutamente corrompido. Desde la psicología relacional, sustentada por la teoría de los sistemas, hablaríamos de que es un sistema cerrado. Con base a la teoría de la comunicación humana planteada por Watzlawick (1967), tiene mayor peso, no lo que dicen, sino, como lo dicen, y por tanto, lo que hacen. Eso en otras palabras, le llamamos prometer. La versión actualizada de esto se le llama “propuestas”. Lo que han hecho es beneficiarse para sí mismos sin importarles la forma en que lo ejecutan y sin importarles el hacerlo de forma evidente, como Javier Duarte lo hacía. Los valores en los cuales se rigen para actuar son contrarios a los que de dientes hacia fuera dicen seguir. Es como operan las cosas, quien se suma a la política, aunque tenga “buenas intenciones”, termina siendo absorbido y aleccionado al patrón del sistema mismo. Un buen ejemplo de ello se muestra en la película de La Ley de Herodes.

Lo políticos son un reflejo de su pueblo, no en balde cada país tiene el gobierno que le corresponde y merece.

Narrarles esto tiene una intención. Me es importante aclarar que no tengo ninguna convicción partidista, he decidido romper y no alinearme a la farsa de la política de este país y los actores que la interpretan (ojo, no estoy contra el cuerpo teórico de conocimiento puesto que el conocimiento siempre aporta). Creo en un gobierno, en un congreso, en el voto, en las instituciones, etc. En lo que no creo es en la dinámica actual y las personas que están dentro de este círculo. No, esto tampoco es el discurso del pueblo contra los políticos. Lo políticos son un reflejo de su pueblo, no en balde cada país tiene el gobierno que le corresponde y merece.


Particularmente me enfocare en las pasadas elecciones, por lo tanto, centrare gran parte de mi atención en quien será el próximo presidente de esta nación. Me refiero al presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Para mi hay que verlo desde dos ópticas, por una parte la persona, y del otro lado, el personaje que ha creado al paso de los años. Ha sido un hombre constante e inteligente, ha recorrido un largo camino para llegar a la presidencia. Es alguien interesante para abordar desde mi visión psicológica. Pero no solo hablare de él.



Obrador se presenta como lo contrario a lo que los políticos son, manifiesta ser honesto, no tener cola que le pisen, ser alguien preocupado por el pueblo que evita y se aleja de lo que él denomina “la mafia del poder”. En un mundo de corruptos, se presenta como la opción del verdadero cambio que el pueblo requiere. Este discurso no es fortuito, claro, es similar a lo que los políticos dicen regularmente, entonces, ¿qué lo hace diferente del resto?

Él es “bueno”, y por lo menos, a diferencia de otros políticos, se ha esforzado por serlo. Pero es necesario ir más allá de esta visión.

La respuesta está en hechos. No se le ha podido comprobar clara y tajantemente estar involucrado en actos de corrupción, se ha distanciado de las personas que comúnmente el llama los corruptos y los ha atacado ferozmente. Se presenta como un hombre de izquierda, con ideas interesantes como reducir el sueldo de los políticos o quitar las pensiones a los expresidentes. Muestra que está de lado de la gente, durante su gobierno en la Ciudad de México, dio ayuda económica a las personas de la tercera edad, algo de verdad valioso. Sobre todo, a través de dieciocho años de campaña por la presidencia, ha sido constante, en lo general, con su actuar. Él es “bueno”, y por lo menos, a diferencia de otros políticos, se ha esforzado por serlo. Pero es necesario ir más allá de esta visión.


De entrada, es un hombre que conoce el sistema, se forjó por años en el origen de la corrupción política actual, el Partido Revolucionario Institucional. Sinceramente, en lo que mi conocimiento histórico me da pauta, la revolución de 1910 dejó más perjuicio que beneficio. Sobre todo porque nos dejó al PRI. Entre peleas, traiciones y muertes, se configuró la forma de proceder para el futuro: Quien tiene el poder arrasa y saquea lo más que puede; aniquila al rival para que no le quite el poder; cada quien “jala” para su lado; y sobre todo, se comenzó este juego doble cara: por un lado prometo al pueblo para ganármelo, por el otro actúo solo para mí beneficio. Obrador militó ahí, aprendió de ello, aunque cuenta con ideas y acciones socialistas, no puede negar que este antecedente forma parte de sus raíces. Por este hecho no debe ser descalificado, pero es parte de su pasado. Lo que pretendo decir es que, en todo el sistema político, hasta en Obrador, la influencia del PRI es innegable. Recuerden esto porque es fundamental para lo que voy a plantear más adelante.


En su accionar político dentro del partido se encontró con lo que todo político enfrenta: si no eres del agrado de quienes tienen mayor poder que tú (simbólicamente diríamos quienes están arriba de ti en la pirámide política), entonces, eres su enemigo. Como consecuencia, salió de este partido y ahí comenzó su andar. Cuando no te quieren en un lugar haces lo más simple, irte a otro. Si yo quiero jugar futbol y no me dejan jugar en un equipo, simplemente busco otro, si la liga es de dos equipos es inevitable que me iré al equipo contrario. Obrador se integró a las filas de la izquierda, nada nuevo, tenía parte de su ideología. Si notan hasta este punto, hablar de derecha e izquierda son matices que existen pero, siendo sinceros, son solo disfraces utilizados por un sistema que así juega el juego. Al final los intereses y el beneficio personal diluyen las posturas ideológicas.


En su mayoría quienes configuraron al PRD eran exiliados del PRI. Por ese simple hecho, como la enfermedad genética hereditaria, el ADN del PRI ha estado en su estructura básica. De la misma forma está en el resto de los partidos políticos de este país. En este punto es válido preguntar, ¿no es injusto criticar a alguien por su pasado?, ¿no la gente tiene derecho y puede cambiar? Eso es el punto central en donde mi visión desde la psicología me da la pauta para hablar. Tenemos una idea absolutamente distorsionada de lo que es cambiar. Llevo más de diez años de mi vida observando y estudiando el cambio en el ser humano, es lo que valida lo siguiente que expondré. Obviamente no significa que sea una verdad absoluta.



Cambiar no es fácil, cambiar no es como nos han dicho. Lo más básico que puedo decir es que, cambiar no es hacer cosas diferentes a las que comúnmente hago, va más allá. Un día cualquiera puedo tomar un camino diferente para llegar a mi trabajo, eso no significa que cambié. Crecemos en un lugar específico con reglas específicas y una educación específica, es lo que nos configura como seres humanos y eso siempre está presente en nosotros. Por lo tanto cambiar, no es olvidar quien ya era. Cambiar no es solo hacer consciencia de lo que deseo modificar, ni cambiar es manejar un discurso que me aprendí pero que jamás asimile. Lo diré en pocas palabras: Cambiar es implementar nuevas conductas a profundidad. Sobre todo, cambiar es mantener esas nuevas conductas a través del tiempo a pesar de la presencia de los viejos patrones y sus intenciones de dominarnos. Esa es la clave para mí.

El triunfo de Obrador, que para muchos es el inicio del “cambio”, es lo que, desde la psicología relacional, llamaríamos: “Más de lo mismo”.

Seré directo, el triunfo de Obrador, que para muchos es el inicio del “cambio”, es lo que, desde la psicología relacional, llamaríamos: “Más de lo mismo”. Paul Watzlawick era un genio, en su libro Cambio (1976) describió el cambio tipo 1 como el que se genera dentro de un sistema determinado pero sin modificarlo realmente. Es como en un pesadilla, ejemplo dado por el autor, dentro de esta podemos hacer muchas cosas, volar, correr, pelear, etc. Sin embargo, todo es hacer algo dentro de lo mismo, dentro de lo que es posible. En su contraparte, el cambio tipo 2 sería despertar.


El PRI nos ha dado buenos ejemplos de lo que es el cambio tipo 1. Después del golpe que recibieron al perder las elecciones del año 2000, se “refundaron”, nació: El Nuevo PRI. De novedoso solo tuvo la palabra “nuevo”, les alcanzó lo suficiente para regresar al poder en el año 2012, gracias también a que el PAN mostró ser más de lo mismo. El abuso del poder que ejercieron, como las acciones hechas por Javier Duarte, lo único que provocaron fue alimentar un descontento que venía creciendo desde hace años. Ante las inexistentes opciones de candidatos para postular a presidente para estas elecciones, porque ningún partidista de hueso colorado tenía posibilidades, su estrategia, otro cambio tipo 1, fue elegir a un “ciudadano” como candidato representado en la persona de José Antonio Meade. En pocas palabras más y más de lo mismo.


Necesitamos ser sinceros, muchos de nuestros votos se basan en nuestra impresión y no en un profundo análisis reflexivo, aunque se tenga el conocimiento, al final elegimos porque algo nos gusta, no porque sea la mejor opción.

José Antonio Meade, en verdad que yo sí creo que es un buen servidor público, a través de la campaña mostró su conocimiento y su desempeño se valoró positivamente a través de los dos sexenios en los cuales trabajo para el país. Su error fue dejarse seducir por el PRI, aceptar ser candidato a la presidencia solo enterró su carrera política. Además, ser un buen administrador, no es suficiente para ser presidente, le falto presencia, esa presencia que a López Obrador le sobra. La imagen, pese a quien pese, la tomamos mucho más en cuenta de lo que pensamos. Necesitamos ser sinceros, muchos de nuestros votos se basan en nuestra impresión y no en un profundo análisis reflexivo, aunque se tenga el conocimiento, al final elegimos porque algo nos gusta, no porque sea la mejor opción.


Aldo Muñoz

Psicoterapeuta

aldo@aldomunoz.com



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