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  • Foto del escritorAldo Muñoz Castro

Perrhijos (2a. parte)


Cuando nosotros tomamos a las mascotas y las colocamos en un lugar que no es el que les corresponde, estamos comenzando a generar un caos en nuestra estructura de familia. Es algo sencillo, una mascota no puede asumir el rol de un hijo debido a que no lo es, así de simple. Es como cuando se pretende que un abuelo asuma el lugar del padre que abandonó o no se hizo responsable de su hija con la finalidad de que ella no se sienta mal e incluso se le dice “tu papá es tu abuelo”. Sin embargo, establecer una estructura así genera confusión y dificultades en el manejo de reglas porque la niña observa que su padre tiene mayor autoridad que su madre (incluso la regaña y castiga) y que tiene dos mamás (la madre y la abuela). Sobre todo, manifiesta la intención de tapar una realidad latente para su vida: que existe un padre que no está con ella. Situación que le tocará enfrentar “toda su vida” en diferentes momentos y le dolerá de diferentes maneras. 

Lo que puede vivir una hija no será igual a lo que puede vivir una mascota, pero no por ello deja de existir una repercusión en su vida cuando se le coloca en un rol que no es el suyo y olvidamos el cómo viven el mundo que es como parte de una manada.

Lo que puede vivir una hija no será igual a lo que puede vivir una mascota, pero no por ello deja de existir una repercusión en su vida cuando se le coloca en un rol que no es el suyo y olvidamos el cómo viven el mundo que es como parte de una manada. Es a lo que Cesar Millan, famoso por sus programas de televisión se ha dedicado a atender, mascotas con problemas en su comportamiento debido a que no se les ha dado un trato adecuado conforme a sus necesidades. Pero el aspecto a resaltar es voltear a ver y cuestionarnos si, así como la familia de este ejemplo hipotético busca encubrir algo, nosotros hacemos lo mismo al colocar a nuestras mascotas en un lugar que no es el que les corresponde.


Por desgracia, es común que los temas que nos son difíciles tratemos de ignorarlos. No se nos enseña, insisto mucho en esto, a enfrentar nuestros conflictos internos y descubrir que hay detrás de ellos. Como consecuencia el malestar se queda a través de los años cubierto por muchas cosas hasta que causa crisis, eso es lo grave. El conflicto no se dimensiona, ni en tamaño, ni en tiempo porque la problemática no se hace visible, porque no permitimos que se haga visible y como una enfermedad latente, que mata poco a poco, se va agravando con el ir de los días, meses y años. Eso es para mí es el fondo peligroso de este fenómeno de los perrihijos, que en el momento de edad en que se encuentran estas parejas jóvenes que han elegido no tener hijos, el usarlas para cubrir un conflicto solo implica perder la oportunidad de poder enfrentarlo desde ahora, porque como siempre, entre más temprano es mejor.


Si hasta este punto, mi discurso, suena a que estoy en pro de tener hijos y que incluso es algo que debe de hacerse, no, no es para nada mi intención. Decidir no ser padres puede venir de razones más profundas que solo pensar en que los hijos solo vienen a sufrir a este mundo cruel, que somos muchos en el planeta, etc.  Mi punto no solo es que el tener mascotas encubre nuestra necesidad de paternidad, mi principal punto es que en el fondo para mí se está encubriendo cosas más profundas como nuestros conflictos con nuestros padres. La vida me lo ha mostrado, no hay un desarrollo infantil perfecto, ni una guía para ser padres. En el desarrollo infantil siempre habrá algo que nos marque de una u otra forma y ver estas cicatrices de dolor o de carencia nos lleva a hacer consciencia de que nuestros padres no pudieron darnos lo que necesitamos y que tenemos temas pendientes con ellos que han repercutido en nuestra vida. Se nos acusa de ser una generación egoísta la millennial, nosotros somos el reflejo de la generación que nos educó y que mucho de los cambios del mundo de hoy se deben a lo que vivimos con nuestros padres. Somos la generación en donde la paternidad fracasó.



Además, el fenómeno también tiene que ver con la paternidad de personas solteras, es decir, personas que también tienen mascotas y dan trato de hijos a sus mascotas, incluso se vuelven su familia. Nuevamente, esto no es malo, el riesgo en este punto está en que las mascotas encubran los conflictos posiblemente originados por la dificultad de tener una pareja y de establecer una relación, lo que hoy en día es un gran reto por el cambio que ha tenido el mundo a partir de la nueva forma en que las mujeres están viviendo su rol en el mundo, y de la dificultad que tenemos los hombres para entender y adaptarnos a estos cambios. Si las personas que deciden abocarse a sus mascotas y seguir solteros es debido a que no pudieron, se frustraron al intentar o han fracasado y prefieren, porque es más fácil, tener mascotas que trabajar sobre ellos y sus relaciones de parejas, entonces es cuando se puede decir que las mascotas se les está dando un uso que no les corresponde.


Sería posible pensar entonces que, en la medida en que una persona de un trato similar a un infante o bebé a su mascota, donde deja de ver la propia naturaleza del animalito, es más probable que exista un conflicto latente (fuerte y demandante) que está fuera de la comprensión consciente de quien lo vive. Obviamente esto no puede ser tomado como una regla, pero la invitación está hecha a reflexionar sobre nuestra conducta hacia las mascotas y lo que en el fondo puede estar implícito, en lugar de caer en cosas extremas como felicitarse el día de la madre o el padre “porque también quienes tienen mascotas son padres”. Sobre todo, no olvidar que las mascotas tienen necesidades propias y biológicas que requerimos prestar atención, y que, por tanto, para ellos no es fundamental, ni es una acción en pro de su bien, que se le transporten en carriolas, se les disfrace (y que reconozco que en muchas ocasiones es divertido), se le cargue como un bebé, etc.

Nuestra necesidad de socializar es uno de los factores que nos lleva a humanizar las acciones de animales no humanos y de los objetos inanimados, pues ello es una forma de sentirnos “escuchados” “comprendidos”.

Pero este asunto no se limita a la paternidad, las relaciones sociales, que son una necesidad para nosotros los seres humanos, son otro punto donde considero que las mascotas a veces terminan siendo taponeadores de nuestros conflictos no resueltos. Nuestra necesidad de socializar es uno de los factores que nos lleva a humanizar las acciones de animales no humanos y de los objetos inanimados, pues ello es una forma de sentirnos “escuchados” “comprendidos”, es decir, en una interacción que simula la interacción con otro ser humano y que nos da satisfacción hasta cierto punto. No demerito la relación y comunicación que se da con otros animales, pero no comprender como es realmente nos arranca la oportunidad de cubrir una necesidad que no se llenará hablando todo el día con nuestra mascota y humanizándola (que ello termina dañando al animalito), ni teniendo tres, ocho o veinte mascotas más.


Al ser una necesidad, relacionarlos, en automático se vuelve un reto en nuestra vida. Decir que la humanidad es horrible y por ello preferimos a los animales, es cerrar los ojos hacia un conflicto que estará latente. Nos aleja de abocarnos a trabajar para construir vínculos sólidos y satisfactorios en nuestra vida. Relacionarnos, es una habilidad que se desarrolla con el paso del tiempo, y que, en la medida en que se perfecciona, mejores relaciones tendremos, más profundas y más llenas de amor. Pero si en lugar de ello decidimos “mandar todo a la goma” y quedarnos con nuestras mascotas porque son más seguras, difícilmente nos dejaran y menos nos reprocharan algo, lo que estamos haciendo es tomar un camino fácil y perdiendo la oportunidad de crecer y tener una vida más feliz.


Al igual que con los hijos, tener una mascota no es sinónimo de felicidad. Una vez más repito también esto, apoyarnos de nuestras mascotas ante un momento difícil que vivamos no es malo, la cuestión es que sea nuestro único recurso, y como ya dije, que el paso del tiempo nos indique que no fue suficiente. Si solo nos dedicamos a tapar huecos (que lo hacemos no solo con los animales, también está el alcohol, la comida, las compras, los viajes, los videojuegos), al final no resolvemos nada, perdemos el tiempo y terminamos siendo infelices. Ninguna persona puede llenar un vació que es nuestro, por lo tanto, es injusto esperar que un animalito lo haga. Finalmente, todos tienen la libertad de decidir cómo actuar y tratar como ellos decidan a sus mascotas, pero recordemos no tienen una capacidad de comunicación como nosotros la tenemos y no pueden manifestar sus necesidades. Por lo tanto, en nuestras manos esta ser protectores de su bienestar.

Nuestra mascota de alguna forma nos manifestó su deseo de ser festejado, o es mediante el festejo que estamos haciendo algo para nosotros. A la par preguntarnos ¿qué necesidad nuestra buscamos cubrir al hacerlo?

Entonces con todo lo expuesto, ¿cómo poder saber si nuestra conducta hacia nuestra mascota es la adecuada? Si, por ejemplo, pensamos en festejar el cumpleaños de nuestro perro, y le organizamos una fiesta, con gorritos, pastel y más perritos invitados; sería prudente preguntarnos si los hacemos para él o para nosotros. Es decir, nuestra mascota de alguna forma nos manifestó su deseo de ser festejado, o es mediante el festejo que estamos haciendo algo para nosotros. A la par preguntarnos ¿qué necesidad nuestra buscamos cubrir al hacerlo?


Si al final decidimos no tener hijos y complementar nuestra familia con mascotas, tener mascotas y vivir solteros, tener pocos vínculos sociales y rodearnos de mascotas. Y lo hacemos dándonos la pauta de revisar constantemente o periódicamente nuestra decisión para reflexionar las condiciones en nuestro presente inmediato; dando el trato que le corresponde a nuestra mascota; aprendiendo a lidiar con nuestros instintos de una forma adecuada y sana; y cubriendo nuestros conflictos internos. Entonces, todas éstas serán señales que nos podrán indicar que nuestra decisión fue tomada con consciencia y responsabilidad. Entonces ahí es donde podremos alimentarnos de la bendición de tener una mascota.


Aldo Muñoz

Psicoterapeuta

aldo@aldomunoz.com

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